Tiempos de Democracia Incomoda: La necesidad de reconfirmar la democracia
La necesidad de reconfirmar la democracia
Cada 11 de septiembre, América celebra la firma de la Carta Democrática Interamericana y desde 2008 la Organización de las Naciones Unidas estableció el 15 de septiembre como el día internacional de la democracia. Expresan el gran interés de los organismos internacionales en formalizar y promocionar la vigencia y consolidación de sistemas e instituciones políticas democráticas permitiendo así la construcción de una memoria política colectiva.
Puede resultar una ironía para la construcción de esta memoria colectiva que la democracia no figure expresamente en los documentos fundacionales de las Naciones Unidas, aunque sus conceptos y formalidades básicas están consagrados en los artículos 1 “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos….” y 21, inc. 3 “La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público” de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948). También resulta una contradicción que los principios básicos de igualdad no se reflejen en los órganos y los métodos de decisión de las Naciones Unidas, puesto que priman los intereses de los cinco grandes vencedores de la segunda guerra mundial.
La democracia en el continente Americano
En el continente Americano la democracia es una aspiración colectiva casi tan natural como su independencia o condición republicana. “Promover y consolidar la democracia representativa dentro del respeto al principio de no intervención.” fue establecido como uno de los propósitos esenciales en la Carta Fundacional de la Organización de Estados Americanos (1948) con la particularidad que fue aprobada por estados que serían violentamente gobernados por dictaduras.
La Declaración de Caracas (2011) documento constitutivo de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) expresa una nueva realidad que recurre a esta memoria colectiva regional que tiene “la aspiración común de construir sociedades justas, democráticas y libres y, convencidos de que cada uno de nuestros pueblos escogerá las vías y medios que, basados en el pleno respeto de los valores democráticos de la región, del Estado de derecho, sus instituciones y procedimientos y de los derechos humanos, les permita perseguir dichos ideales.”
Ciertamente estas declaraciones e instrumentos permiten celebrar lo que W. Churchill (1947) consideraba “… el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás que fueron experimentadas.” y reafirman que la libertad de los pueblos para establecer y participar por voluntad propia en todos los aspectos de su convivencia social es un valor universal frágil que debe ser protegido y promocionado.
La democracia como valor universal
Tal vez estas iniciativas pueden ser consideradas como declaraciones genéricas, “políticamente correctas”, “declaraciones felices” o simple “marketing” en una época donde buena parte de las naciones del mundo estaban gobernadas por regímenes no democráticos. La expansión de la democracia no implica homogeneidad pues, “si bien las democracias comparten características comunes, no existe un modelo único de democracia…” (Resolución de la Asamblea de las Naciones Unidas 64/155 de 2009).
La celebración de la democracia como valor universal es una tarea difícil por la fragilidad de sus vigencia tanto como la diversidad de sus formas, tal como afirma Juan Linz (1989) que”… existen tantos tipos de regímenes como gobiernos democráticos, así como también diferentes grados en que los ideales de democracia política se convierten en realidad”.
Pese a estas dificultades, la democracia además de instituciones y sistemas es un conjunto de principios y valores que se pretende formalizar o normativizar a nivel global, tales como el derecho a la vida, a la libertad y la seguridad personal; el derecho a circular y a escoger libremente el territorio de su residencia y a expresarse libremente. Normas que permitan a las personas ser iguales ante los tribunales y cortes de justicia, a usufructuar la libertad de pensamiento, a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio idioma.
En este sentido las eficaces experiencias democráticas para mejorar la vida de las personas, no constituyen garantías de su estabilidad y continuidad como sistema político. Por estas razones es preciso reafirmar los valores que la componen para que se constituya una fuerte memoria colectiva de la democracia y que, con todas sus diferencias, defienda y promueva su supervivencia en un contexto variable y por veces.
Photo by Warko / CC BY-SA 2.0
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